Sâr
Hieronymus
(Fragmentos)
La
paz provisional no destruye la causa de la guerra y de la rebelión.
Principalmente, las causas de la guerra son el odio y la violencia
que provienen del inescrupuloso egoísmo de las naciones y
de los hombres. El egoísmo es, en sí, una consecuencia
del materialismo que tiende a destruir todos los ideales y que convierte
al hombre en un animal cuyos apetitos nada puede controlar y cuyas
pasiones nada puede detener.
El
egoísmo es la negación de la caridad, del amor, de
la fraternidad; el imperialismo político es la negación
de la justicia, de la libertad; el materialismo es la negación
del alma humana y de Dios. Un mundo materialista es un mundo sin
alma, un mundo sin Dios.
Nuestra
misión [a
Missão dos Iniciados] es la de salvar al mundo
del inminente desastre, salvar a esta Humanidad sin Dios uniéndola
a la trascendencia de Dios. Y no hay otros medios para unir la Humanidad
a Dios, sino el de la plegaria y la elevación mística.
Entre el mundo y Dios, el Creador de todas las cosas, la oración
establece nuevamente los lazos que el materialismo destruye. Esos
lazos no son una ficción; son radiaciones activas que surgen
de la Tierra y que asocian su destino a la Voluntad de este Dios
de Fortaleza, de Misericordia y de Luz. Pero estas radiaciones activas
que deben formar la malla que retendrá a la tierra en el
sendero de la Paz, del Amor y de la Felicidad, requieren la mediación
de los iniciados. Sea cual fuere la religión de ellos, sea
cual fuere el clima en el cual vivan, estos Iniciados en los Misterios
Divinos, gracias a su elevación, que implica una pureza de
corazón absoluta y un desinterés total, pueden llegar
hasta la misma Esencia de Aquel que rige los destinos de los mundos
y de los hombres.
Si
creéis que el Cristo viviente es siempre el verdadero mediador
entre la Humanidad y el Mundo Divino, es a El a quien el vuelo de
vuestra elevación mística se ha de dirigir. Si estáis
en entonamiento y armonía con El, vosotros, Iniciados, obtendréis
para la Humanidad todo lo que pidáis, y pediréis una
sola cosa, y esta sola cosa lo es todo: Paz. Paz entre las naciones
y entre los hombres; paz en los corazones gracias a la Luz Celestial,
paz social gracias al Poder de Dios que da a todos la facultad de
realizar sus deberes fraternales.
El
mundo llegará a ser lo que queréis que él sea.
El será lo que el fuego de vuestras plegarias lo hagan y
el poder de vuestra elevación mística lo formen. Os
toca a vosotros, por lo tanto, unir fuertemente el mundo a Dios.
Por medio de las torres de la oración os elevaréis
hacia el Cósmico, de manera que los poderes diabólicos
nunca puedan precipitarlo al abismo de las tinieblas, hasta la aniquilación
eterna.
Emile
Dantinne [Sâr Hieronymus] (1884-1969)
Fonte:
http://www.upasika.com/